jueves, 29 de diciembre de 2022

Diamante de sangre

Resabios de un colonialismo incomprendido, perseguidos por someter distinto.

De la vulgaridad y los excesos. Festejar bajito para no interrumpir la siesta del patrón.

Del lío y la desobediencia, de las travesuras a la irreverencia. De modales a modismos. De símbolos a la simbología del sometimiento, lenguaje corporal que insulta y degrada más que las palabras de los sublevados.

Ignominias permitidas hacia los reos, porque carecen de derechos. Países pequeños e inundables que viven por encima de sus posibilidades a expensas de saqueos. Corsarios de toda época que ni siquiera disimulan su desprecio por el ser al que explotan, y que deben bancarse gajes de la independencia para extraer de ellos a precios baratos mediante la injerencia, la intromisión, y el control de las empresas que utilizan para extraer recursos o productos comprando acciones de empresas—“comprando”, forma sutil de apropiación-.

Si existe constante a lo largo de la historia, es la dinámica del poder, es decir, lograr que un tercero provea de bienestar a otro, a perpetuidad. La implantación de un núcleo de poder en un territorio conquistado implica una asociación a distancia en la que la construcción de poder de uno y otro generará una tensión natural que más temprano que tarde terminará por derivar en una confrontación de intereses. Por supuesto que parte de la administración de las tensiones de poder implicará ceder en términos de objeto de valor, como un simbolismo en sí mismo que no necesariamente implique dinero o divisas. La familia administradora implantada en una colonia demandará de recursos para sostenerse como tal en una sociedad que irá transformándose en la que las generaciones podrán confluir o no en mayor o menor grado.

La fallida república de Rodesia, en la que una minoría blanca fue implantada en una colonia surafricana por parte del imperio británico que colonizó Zimbabue, fue desplazando al imperio portugués que a comienzos del 1600 otorgó a los portugueses el derecho a explotación del subsuelo de la zona. A finales del siglo XIX, el “Napoleón del Cabo”, Cecil Rhodes, que fue enviado a Sudáfrica —colonia inglesa- en 1870, donde ingresó al comercio de diamantes, aquel negocio sangriento donde los valores éticos y morales del cristianismo inglés suele tomarse alguna que otra licencia mirando para un costado, le permitió a Rhodes montar un negocio que prosperó hasta el siglo XXI. Ya con dinero e influencia en la zona, Cecil Rhodes se erigió como parlamentario en el Parlamento de la Colonia del Cabo, región de Sudáfrica que primero estuvo bajo control holandés y luego inglés, y que, en 1890, Rhodes logra ser designado como primer ministro de la colonia.

Controlar una colonia a distancia, como iniciar y sostener una campaña de conquista lejos de la administración central de un imperio, implica erogación de recursos de todo tipo al mismo tiempo que un coste de oportunidad de desfinanciar otras áreas mientras las tensiones con otras potencias se mantienen y que hasta pueden incrementarse como una oportunidad de avance en negocios, guerras, territorio, y todo otro asunto de Estado en materia de política exterior. En el caso de los intereses en el sur africano, y ante los escases de recursos para emprender una campaña de colonización de Zimbabue, la corona inglesa accedió a que Cecil Rhodes utilizara la fuerza de la guardia de su Compañía Británica de Sudáfrica fundada en 1890, para colonizar con granjeros blancos, Mashonaland, región del norte de la actual Zimbabue. Uno de los granjeros, ganadero y carnicero emigró a la colonia de Rodesia en 1898, cuyo hijo nacido 21 años después, Ian Smith, quien ascendería a Primer Ministro de Rodesia, que en 1965 se declararía unilateralmente como Estado independiente, dirigida por una minoría blanca que no alcanzaba ni siquiera al 1 % de la población de Zimbabue. En 1969 una minoría blanca votó a favor de una república como forma de gobierno con una nueva constitución, declarándose al año siguiente como República, una que no fue reconocida por el propio Reino Unido ni por la ONU, dado que la dirigencia de Smith no otorgaba las garantías a la corona inglesa, y, por lo tanto, esta siendo miembro permanente del consejo de seguridad de las Naciones Unidas, la propia ONU tampoco apoyó a Ian Smith en su empresa.

Como producto de los conflictos entre una población negra que naturalmente no encontrara representados y defendidos sus intereses a manos de una minoría blanca, que carecía de apoyo desde sus raíces británicas, se desató una guerra que duraría una década, donde finalmente, en 1980, el país consigue su independencia y reconocimiento bajo el nombre de lo que hoy se conoce como la República de Zimbabue.

Usufructuar de las colonias, como lo fue bajo el tráfico de esclavos, luego de recursos naturales y minerales, para más tarde hacerlo además mediante la fuerza de trabajo para producir a bajo coste, sin hacerse cargo de las consecuencias de lo mismo bajo muros, fronteras, e incluso restricciones de índole ambiental, siendo las potencias imperialistas y colonialistas quienes saturaron la atmósfera producto de sus revoluciones industriales en el siglo XVIII, XIX y XX, resulta de un cinismo sin precedentes que se oculta tras el sofismo que tanto molestaba a Sócrates, y también por otro tanto de artilugios diplomáticos de quienes hicieron escuela hasta estos tiempos.

Me pregunto si el plantel francés subcampeón es una muestra representativa de la composición étnica de su país y de distribución de poderes. En Estados Unidos el matrimonio interracial recién fue aprobado a partir de 1967, motivo por el cual la segregación racial se percibe con tanto contraste. Los criollos menos desarrollados sudamericanos se han quedado con el oro, y aquellos de la “libertad, igualdad y fraternidad” sólo se han quedado con su diamante de sangre.

lunes, 22 de agosto de 2022

La filosofía: el nervio de la guerra conceptual

De entre lo más contradictorio de la teoría, o más bien de los teóricos del libre mercado es aquello de idealizar la administración del Estado como una empresa privada, entre otras consideraciones respecto de las falacias y la impertinencia de los postulados o pregones es que estos mismos se vuelven el yugo de los propios resultados esperados. Por un lado, quienes envueltos en banderas de alguna clase de no-intervención de la actividad onerosa privada que claman son los mismos incapaces de presentar augurios pasados que se hayan cumplido y que promueven la eficiencia del factor trabajo y su correspondiente cese de actividades ante episodios de ociosidad.

El neoliberal argentino promedio se ve enfrascado en la paradoja del contador cuyo resultado final incidirá directamente en la contratación del mismo o no en función de los rendimientos obtenidos, paradoja en sí misma porque los mismos 'economistas' -permítaseme poner en dudas el concepto- que surcan pasillos televisivos y radiales son los primeros en ser ajusticiados en función de sus vaticinios equívocos que se repiten año tras año. Por otra parte, la paradoja del contador cobra mayor relevancia cuando se ve inmersa la subjetividad que de alguna manera se antepone por sobre los resultados mencionados, y que esto escala hacia la realidad política de los países. Es decir, que el soberano es elegido en función de su trayectoria y la expertise en un pragmatismo absoluto de quienes delegan su propio destino en seres que deben ser juzgados, en función de resultados anteriores tal como un contador y no en función de promesas inviables, donde se pierde toda objetividad desviando el norte de aquella relación posible/probable que hace al día a día de la administración de los recursos tanto para el sector público como para el sector privado.

La filosofía es el nervio de la guerra conceptual.

¿cómo es posible exigir aquello que personalmente no podemos presumir como profesionales? En la administración empresarial no da lo mismo perder 10 que perder 15, perder menos es la mejor opción siempre. En la cultura popular existe una zoncera muy recurrente que conlleva a un sector de la población que se siente escindida de la sociedad y que la empuja a alguna especie de apoliticismo que no existe como tal, puesto que en la Argentina el voto es obligatorio y el voto en blanco y el no-voto es irrelevante, votando entonces a algún candidato necesariamente. En esta línea de razonamiento este sector minoritario que muchas veces desempata entre las dos principales correlaciones de fuerza que impera en casi todo el mundo, incurre en una falsedad epistemológica en las ciencias políticas que dice algo como elegir entre “el menos peor” cuando la lógica pura determinaría que “el menos peor” es también “la mejor opción”, sin embargo, la carga conceptual no es la misma, entonces se da una connivencia entre el economista liberal que es incapaz de presentar resultados a la sociedad y los individuos desencantados con una política que generalmente ven detrás de un cristal que sesga el espectro de percepción y que cada vez se ve más alejado de un pragmatismo que implique el resultado de sus intereses, anteponiendo una subjetividad antes que la objetividad que determinaría siempre la contratación de un contador.

Existe una filiación directa entre la concepción del equilibrio y sus adaptaciones mutatis mutandi en función de los resultados finales al cabo de un periodo fiscal, es decir, un año calendario. Lo que en economía se conoce como el óptimo de Pareto, dicta que “dada una asignación inicial de bienes entre un conjunto de individuos, un cambio hacia una nueva asignación que al menos mejora la situación de un individuo sin hacer que empeore la situación de los demás” suele emplearse en términos conceptuales hacia una relación que nunca se ha dado respecto del crecimiento (e implícita y erróneamente inherente al desarrollo) que balbucea el librecambismo cuando lanza una serie de máximas que debieran de darse en clave de laisses faire en la que cada individuo automáticamente se ordenará en fila en función de su aplicabilidad y en relación a esto, en una categoría socioeconómica vinculada al mérito y respectivo merecimiento.

Por un lado, tenemos que el “equilibrio fiscal” al que suelen aferrarse a destajo proclamado como grito atávico a la hora de sojuzgar al proteccionismo, es una situación que jamás se ha logrado bajo las premisas del libre cambio. Por otro lado, las respuestas orgánicas del ser vivo como lo es una economía, jamás se supura en buenos términos bajo un movimiento migratorio ni interno ni externo, y nunca estos atados a alguna relación creciente del ingreso de divisas en carácter de inversión extranjera directa. Pasando en limpio: el libre cambio provoca una diáspora migrante, una reducción del nivel de producto y una concentración de capitales internamente ampliando la brecha de desigualdad social, y al mismo tiempo una fuga interna (fuera del sistema bancario nacional) y externa de capitales como “formación de activos externos en territorio extranjero”.

Es curioso cuánto pueda empecinarse un sector pensante en aplicar teoremas que no cuadran con los preceptos de la política que, en definitiva, es el delimitante como campo de acción, puesto que en la arena donde se libran las pulsiones entre las correlaciones de fuerzas, éstas no pueden verse alteradas por otro mecanismo que no sea el mismo que la política misma. Radica en el seno del raciocinio una cuota significativa de inocencia que se ve potenciada con una serie de conductas que se le exige a una sociedad que resulta impertinente bajo el frío análisis filosófico respecto de su carga conceptual a aquello de la ética y la moral que con frecuencia reverbera por las paredes del entorno social.

Si el castigo divino póstumo ante las faltas cometidas en vida no resulta suficiente como control de comportamiento social, entonces debe actuar la justicia terrenal: ¿si dos sujetos se pelean sin ningún testigo a quién se le da la razón?, pues al que lo cuente mejor. Digamos entonces que la verdad será sentenciada mediante la expresión de un humano con sus subjetividades y la elasticidad de los conceptos según cada caso, por lo que podemos definir entonces que la ilegalidad depende de constatación y de proceso en marcha, de lo contrario sólo quedará a criterio de cada quien.

Los simbolismos con los que nuestra mente recrea el universo preventivamente nos remiten cíclicamente a experiencias pasadas, de lo contrario no existiría mecanismo de defensa ante eventualidades como aquellos animales que ante determinados cambios que perciben en el ambiente se echan a correr, ¿o acaso las personas corren en la oscuridad? El miedo es un mecanismo de preservación de la salud, y ante episodios reminiscentes instintivamente reaccionamos ante ellos. Ahora bien, ¿qué pensamos cuando vemos un individuo de guardapolvos blanco, con anteojos que trasvasa líquido de tubo de ensayo a otro? Lo primero que se nos viene a la mente es “ciencia” o “un científico”, lo mismo sucede cuando vemos un microscopio, pero no pensamos en ciencia cuando vemos a una persona detrás de una computadora que digita palabras y frases en el Word, la verdad es que no se nos viene nada a la mente, y esto es un acierto semiótico de la propaganda que nos ha instalado la seriedad que debemos de darle a una actividad por sobre otra, y de esta manera deslegitimar los estudios de ciencia social. Curioso es que el mismo Einstein solía referirse a las ciencias sociales como un área más compleja que la física debido al dinamismo que implica el tratar con seres humanos.

Definitivamente no vemos ciencia cuando escuchamos a un economista de traje y corbata, pero no porque no use guardapolvos ni anteojos ni esté mezclando líquidos entre dos tubos de ensayo. Definitivamente no vemos ciencia porque la ciencia social se encuentra bastardeada por los pregoneros que no hacen más que vejarla y porque la propaganda entiende a la organización social como el enemigo a derrotar, o más bien, a dividir ya que los intereses foráneos requiere de todo el esfuerzo y despliegue cultural, de injerencia mediante los organismos multilaterales y la injerencia silenciosa a través de las corporaciones y los paquetes accionarios donde se resguarda la voz y voto de los directorios que determinan el destino de los mercados productivos y financieros. Para el antiguo imperio romano significaba más rentable dejar fuera de sus límites a determinadas tribus y pagar el precio del saqueo esporádico que incorporarlos y tener que alimentarlos y proveerle seguridad a cambio de muy poco. El costo de oportunidad es inherente al raciocinio del ser humano y perseguir mayor beneficio a costas del menor esfuerzo es incluso comportamiento animal. A la corona española le resultó muy costosa la campaña en la América Latina de hoy ya que la infraestructura a desplegar insumiría sus recursos vulnerando sus huestes expectantes de avanzada de las demás potencias que ostentaban su poder.

Para el imperio actual resulta más barato invertir en propaganda y absorber a cuentagotas los mejores recursos humanos provenientes de la periferia que abrir sus mercados renunciando a las subvenciones al sector agrícola tal como viene realizando la Europa desde 1962 por la política agraria común (P.A.C.), que, dicho sea de paso, insume el 50 porciento de lo recaudado por la Unión Europea. Algo debiera de inspirar alguna duda si pensáramos por un momento que a lo largo del siglo XIX el continente africano fue alcanzando la independencia de sus colonias europeas sin que esto cambie positivamente los niveles de desarrollo socioeconómico de sus países ya independientes, porque si entendemos que las reglas de juego de dominio mundial implican que la potencia persiga someter al prójimo en beneficio propio y relegando el capitalismo indómito a la más cruda expresión de librecambismo de la que los Estados salen perdiendo, al mismo tiempo que el nivel de producto per cápita europeo fue creciendo sostenidamente mientras los comités de descolonización humedecían emocionados ojos progresistas y desarrollistas imaginarios de una ciudadanía occidental. Continuará.

miércoles, 7 de abril de 2021

Estructuras, parte III: desorden de prioridades

 


Agolpados contra cercos perimetrales que tejen rombos en cuarteados rostros, suelen ilustrarse por la cinematografía como muertos vivientes en busca de aquello que necesitan para vivir, que semióticamente justo coincide con lo que otros buscan preservar, ni más ni menos que algo invaluable, a saber: la vida.

Si la población mundial no deja de crecer, y al mismo tiempo el dinero no deja de drenarse por las rendijas del vacío legal para constituirse en el paraíso de unos pocos, pues la cuestión se tiñe de contienda por los recursos que ahora, matemática e hipotéticamente, se reducen en términos proporcionales. Lo curioso a toda hora es que la visión sea el detener la marcha incesante de personas, y no detener la incesante marcha de fuga de capitales que lo hace a espaldas de la sociedad, de una sociedad que rinde culto a las estampitas del libre mercado.

Algo que me llama la atención es la reminiscencia a la que los tiempos actuales me llevan de otro pasado no tan lejano, casi como un desenlace que nació muerto a la luz de un guion predecible y pochoclero en el que las pistas siempre conducen a los símbolos que la propaganda se esfuerza por perpetuar: los buenos y los malos.

Difícilmente podamos tomar posición respecto de las prioridades en nuestro afán cívico querer pasar el lampazo ético y moral a cada suceso que acontece delante de nuestros ojos si de pronto nos encontramos con un documental en la sabana africana en la que nos muestran un depredador famélico que tiene que alimentar a sus crías y para ello debe de atrapar y masacrar un tierno impala que a los saltitos se inmiscuye de entre boscosos senderos retaceando la expectativa de supervivencia de feroces predadores. Entonces, ¿Cuáles son las prioridades y quién oficia de bueno y quién de malo? Pues, el orden de prioridades se reconfigura a cada momento en función de nuestra psiquis, algo inestable a los fines de la universalidad que el orden institucional implica a la hora de establecer códigos de conducta entre seres humanos que se agrupan para sobrevivir. Sentenciemos pues que las prioridades y la caracterización respecto del bien y del mal pueden diferir de un individuo a otro, y esta alteración se verá sustentada por un marco de situaciones en la que la percepción juega un rol preponderante, cuya información será la incógnita a despejar en esta ecuación de vida que es la supervivencia.

Canalla es la prensa que a necesidad de recaudación mediante clics publicitarios vire a cada momento como una veleta que gira como las puertas de vestíbulos que ofician de materia prima de lobistas que hacen la diferencia con el tiempo que la sociedad se pierde de desarrollarse, pues el tiempo es el yugo de las apropiaciones de riquezas que someten a la ciudadanía en este juego de finanzas donde unos pocos ganan y se llevan los reflectores y cámaras por parte de la prensa canalla que los llevan en andas como zanahoria inalcanzable para los cientos de miles que quedarán sin silla en este perverso juego infantil que pareciera querer decirnos algo respecto del futuro que nos depara. Curioso.

Desde el aspecto de la antropología, el polaco Bronislaw Malinowski consideraba a principios del siglo XX que la cultura es un todo coherente y organizado, un sistema total donde cada aspecto de la cultura sólo puede estudiarse en relación a un contexto mayor en el cual cobra sentido, y que obedece a dos condiciones. La primera satisface las necesidades fundamentales del hombre, cuya necesidad se entendía como el “sistema de condiciones que se manifiestan en el organismo humano, en el marco cultural y en la relación de ambos con el ambiente físico. La segunda corresponde a la necesidad de organizarse para satisfacer necesidades individuales y sociales a través de la creación de instituciones.

Podemos decir entonces que desde el aspecto antropológico lo que muta es la necesidad que se crea dentro de la convivencia social, necesidades que surgen o que son impuestas por un “contexto mayor” algo que dada la globalización no podemos dejar de asociar a la embestida corporativa que un puñado de seres dentro de la sociedad se han erigido mediante el uso de cada una de las herramientas que las sociedades emplean, más menos legales en un sistema donde la ilegalidad no lo es en tanto en cuanto no exista un proceso judicial de por medio. Touché.

A la postre, los sucesos que se dan en función al tiempo vivido en presente parecen reiterados de un pasado no sellado en el que las premisas de los teoremas puestos en marcha parecieran no encastrar jamás en este rompecabezas en el que las heridas no coagulan y la sangre no deja de derramarse, es decir, la sangría de capitales que se vuelan hacia la tierra prometida de la desregulación, lugares que llamativamente son creados por los países desarrollados ya que ­—intuyo— “si los capitales se me van a ir al subdesarrollo por menos impuesto, prefiero crear una plaza donde no haya ninguno pero que sea mío”. Ante la declamación de aquello que “menos es más” en referencia a bajar los impuestos para “incentivar” al empresariado, habría que homologarlos como una escuela propia, la escuela de los: “incentivistas”, peyorativamente por supuesto porque, así como todas esas escuelitas que se autoproclaman algo, habitualmente pecan de lo que ostentan. En este caso los incentivistas presumen en todo momento que las funciones económicas son absolutamente lineales, donde si se baja el precio se vende más y punto, y así con cada cuestión. En este caso, afirman implícitamente que el deseo de invertir está latente linealmente y la ambición de crecimiento económico se dará siempre matemático, predecible y de lo cual no habrá efectos colaterales como por ejemplo, digamos, la evasión fiscal. Lo cierto es que coincide que ante una baja sustancial del impuesto a la renta que comenzó con la llegada de Thatcher y Reagan al poder, con la creación de estos paraísos fiscales que ven aumentar sus colocaciones al mismo tiempo que se retrae el Gini mundial. No es de extrañar que se elimine por completo la enseñanza de la filosofía en los niveles educativos fundamentales, porque con ello se elimina la “lógica” que nos lleva a asociar los hechos con los antecedentes y la comparativa histórica, y ni que hablar de la metodología científica. Creen en el tarot inversamente proporcional a la teología. Vaya redundancia.

jueves, 18 de febrero de 2021

Operación Red Sparrow: la propaganda atemporal como método de injerencia económico y cultural


Qué más agregar a todo aquello que, de marras, es bien conocido como instrumentos semióticos en esta Guerra Fría que realmente comenzó a partir de la década del 20 del siglo XX con el perfeccionamiento del concepto de propaganda forjado en aquel entonces por el sobrino político de Sigmund Freud, Edward Bernays.

Bernays logró congeniar distintos elementos que hoy conforma la práctica de los estudios de marketing político y de posicionamiento, que todavía fue más allá de la manipulación de la actualidad para aggionarse y sacar algún provecho para sus clientes sino que se erigieron en aquel entonces como los pioneros en aquello de pergeñar un acto público mediante la utilización de las causas en pugna del momento e insidiosamente usufructuar el termómetro social para perpetuar consignas que resonarán por tiempo prolongado arrastrando consigo el virus inoculado, objetivo principal de la movida sucedida. Nunca, por supuesto, sin la puesta en escena con los medios de comunicación como plataforma y plan de escape por la puerta principal.

El botín de oro

Para contextualizar este presente 2021 y no confundir con la narrativa sobre lo acontecido en los dominios de la primera parte del siglo XX es de precisar que hay actualmente un tercio del dinero mundial emitido, resguardado en paraísos fiscales, es decir que en algún momento volaron de los países de donde o bien fueran impresos, o emitidos desde las Reservas Federales en moneda dólar. La concentración de la riqueza ha alcanzado niveles sin precedentes facilitado por la desregulación y la reducción de los impuestos progresivos durante los últimos 50 años que permitió por goteo esta formación de activos externos, conocido este concepto como fuga de capitales. Por lo tanto, cuando menos dinero para realizar las mismas actividades y mientras una población aumenta, la presión distributiva se encarniza entre las patronales y las usinas sindicales mientras la producción física y de servicios locales se encarece por una simple función monetaria con la teoría cuantitativa del dinero como premisa fundamental y la consecuente carrera por el tipo de cambio que cada Nación establece según sus herramientas y decisión política. A octubre del 2018 el Banco Mundial estimaba que unos 3.400 millones de personas viven en la pobreza extrema, y que las 30 personas más ricas tienen el mismo dinero que toda esa mitad de la población mundial.

En 1963 en los Estados Unidos se gravaban las ganancias con impuestos de hasta el 91% para aquellos que percibieran ingresos por más de 400 mil dólares, impuesto que se ha reducido un 50% en los últimos 50 años. Con el ascenso al poder de Margaret Thatcher (1979) y Ronald Reagan (1981) el impuesto se redujo en más de 40 puntos. Años antes, en 1957 Gran Bretaña promulgó una serie de leyes que propiciaron la germinación de los territorios offshore, de nula tributación fuera de sus costas, tanto en sus Islas del Canal (grupo de islas del canal de la Mancha situadas al oeste de la península francesa de Cotentin en Normandía, y son dependencias de la Corona británica pero no forman parte del Reino Unido), como aquellas que estaban bajo sus dominios en el Caribe. Los paraísos fiscales proliferaron en la década de 1960 en pleno proceso descolonizador y de reindustrialización de las potencias a posteriori de la segunda guerra mundial.



Otro punto interesante a destacar respecto del flujo de los capitales a nivel mundial es la del abandono del patrón oro en 1971, el primer balance anual que presentó déficit comercial para los Estados Unidos en todo el siglo XX. La Reserva Federal ahora con el manejo del dinero fiat, es decir sin respaldo en existencias de oro en sus arcas, la Reserva se dedicó a emitir dólares sin respaldo, y sin precedentes también en la que se registró un aumento del 50% entre 1960 y 1970, y duplicándose cada década acumulando un total del 688% entre 1960 y el 2000. Entre el segundo milenio y el 2010 la base monetaria se expandió en un 231% y luego un 73% entre 2010 y 2020. Es un viejo conocido el precepto neoclásico respecto de la emisión monetaria como enemigo de la praxis liberal siendo que el mayor emisor es justamente el padre de la escuela de Chicago, y que, sin la contención del patrón oro provocaría los desequilibrios propios de la pérdida de referenciación entre lo producido y los flujos monetarios mundiales en la que divorcian irreconciliablemente la relación de precios entre lo tangible y lo fungible como lo es el dinero fiat, o también entendido como moneda fiduciaria que es el dólar.

En 1968 el economista belga, Robert Triffin, denunció una anomalía en el modelo monetario internacional de Bretton-Woods conocido como el “dilema de Triffin”, que sostiene que una economía (en aquel caso los Estados Unidos) no puede crear liquidez internacional si no es mediante endeudamiento con otros países, es decir creando y sosteniendo un déficit en la balanza de pagos comprando bienes, servicios e inversiones en el extranjero y con gasto militar para asegurar las posesiones en el extranjero y mantener la influencia sobre los territorios ocupados. Unos años antes, en 1965 en el Palacio Eliseo francés, Charles de Gaulle brindó una conferencia acerca del sistema monetario internacional, donde De Gaulle afirmó que las razones que llevaron a establecer el patrón cambio oro luego de la II Guerra ya no existían, que las monedas europeas se hallaban recuperadas, y que las reservas de oro de los Seis (potencias de la época) eran equivalentes a las estadounidenses, por lo que:

"la convención que atribuye al dólar un valor trascendente como moneda internacional ya no reposa sobre su base inicial, a saber, la posesión por parte de Norteamérica de la mayor parte de oro del mundo...el hecho de que numerosos Estados acepten dólares, por principio, al mismo título que el oro para compensar, llegado el caso, los déficits que presenta la balanza norteamericana de pagos que lleva a los Estados Unidos a endeudarse gratuitamente con el extranjero. En efecto, paga a sus acreedores con dólares que no tiene más que emitir, en lugar de pagarles totalmente con oro cuyo valor es real, que sólo se posee por haberlo ganado y que no puede transferirse a otros sin riesgo y sin sacrificio. Esta facilidad unilateral atribuida a Norteamérica contribuye a construir la idea de que el dólar es un signo imparcial e internacional de intercambio, en tanto que es un medio de crédito de un Estado.”

Por eso, agregaba De Gaulle, Estados Unidos nunca tiene que ajustar su sector externo, como sí lo tienen que hacer los demás países. Además:

"Los préstamos en dólares creados inflacionariamente por Estados Unidos rinden más en el extranjero que en el interior, y por eso este país ejerce una 'suerte de expropiación de empresas nacionales'· cuando realiza inversiones externas, o cuando ayuda a otros países."

Cuenta de capitales

En el año 1307, el papa Clemente V y Felipe IV ordenaron la detención de Jacques de Molay junto con la de los demás caballeros templarios bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz. Molay declaró y reconoció, bajo tortura, los cargos que le habían imputado, aunque con posterioridad se retractó. A pesar de ello, en 1314 fue quemado vivo en la hoguera frente a la catedral de la Notre Dame. El Rey Felipe IV se endeudó con la Orden de los Templarios, quien viéndose en desventaja frente a esta orden que para el año 1250 acaparaba un ejército de 30 mil hombres, 9 mil granjas, más de medio centenar de castillos, flota propia de barcos y la primera banca internacional, lo que inspiró al monarca francés encaminar una empresa de persecución contra la Orden en 1307, acusándolos por blasfemia, herejía y sodomía, algo que sin apoyo religioso sería imposible de prosperar. Con la reciente muerte del Papa Benedicto XI en 1304, Felipe IV decidió promover un cardenal que estuviese a sus servicios y así fue como impulsó el ascenso de Bertrand de Got, arzobispo de Burdeos tomando el nombre de Clemente V como el nuevo Papa. Ya en 1314 la asociación entre el papado y el monarca francés llevó a dictaminar que todos los bienes de la orden templaria sean transferidos al Tesoro francés.

Rentenmark, el garante es el Estado

Desde los días de la Primera Guerra Mundial el Goldmark, la moneda del Imperio alemán había sufrido una grave pérdida de valor real y de poder adquisitivo, pues el gobierno germano emitió papel moneda para hacer frente a sus necesidades derivadas de la guerra, llamando Papiermark a estas nuevas emisiones que carecía de respaldo en oro y no era convertible en este metal precioso, lo cual era una situación inusual para la época reinada por el patrón oro. Tras el término de la Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918, las potencias vencedoras como Francia y Gran Bretaña impusieron a la derrotada Alemania el pago de reparaciones de guerra por la destrucción causada durante el conflicto, sufrida principalmente en Bélgica y el norte de Francia, atribuyendo toda la responsabilidad por ello sobre Alemania, fijando esta condición en el Tratado de Versalles de 1919. la República de Weimar había heredado la moneda depreciada del gobierno imperial y también carecía de reservas de oro suficientes, por lo cual se siguió usando el Papiermark como dinero sin respaldo. Ante las especulaciones habituales de los inversores golondrinas y aquellos atemorizados por un porvenir lóbrego, se produjo una fuga masiva de goldmarks (moneda alemana respaldada en oro usada desde 1873 a 1914) que sólo aceleraron el proceso devaluatorio de la nueva moneda emitida por el Estado alemán, que a su vez debía pagar con sus exportaciones y la actividad local, las reparaciones de guerra reclamadas como “deuda externa”.

La inflación causó la ruina de miles de ahorristas que habían invertido su dinero depositándolo en los bancos, quedando a salvo de este riesgo tan sólo la minoría de personas que poseía bienes cuyo valor no era afectado por la inflación (joyas de metal precioso, inmuebles, o similares). En enero de 1923, la situación se volvió aún más tensa con la Ocupación del Ruhr por tropas francesas y belgas, medida determinada por los gobiernos de ambos países para asegurarse el pago de las reparaciones de guerra en bienes como el carbón, hierro, acero, o madera, ya que el marco alemán era rechazable como medio de pago pues carecía de valor. Ante ello, los obreros alemanes del Ruhr se lanzaron a una huelga general contra los ocupantes franceses, y el gobierno en Berlín emitió entonces más papel moneda para pagar salarios a los huelguistas, lo cual agravó más la inflación en tanto el circulante recién emitido se quedaba en Alemania. La hiperinflación alcanzó su máximo en noviembre de 1923, pero fue suprimida con una nueva moneda: el Rentenmark, que entró en circulación el 15 de noviembre de 1923. El presidente del Banco Central alemán, Hjalmar Schacht propuso que el gobierno impusiera una hipoteca legal sobre las tierras y bienes industriales existentes en el país, que servirían como respaldo de la nueva moneda.



La soberanía y los intereses

En la Conferencia de la Haya de 1907 se aceptó la doctrina Drago, del jurista argentino Luis María Drago que asentaba el principio de soberanía de cada nación dentro de sus fronteras. El Reino Unido, Alemania e Italia impusieron un bloqueo naval a Venezuela en 1902 como respuesta a la deuda externa venezolana que se negó a pagar el recién asumido presidente Cipriano Castro. En este caso puntual, los Estados Unidos decidieron y manifestaron no aplicar la Doctrina Monroe ya que aplica sólo cuando un país sufriese ataques de potencias europeas motivadas por la intención de recuperar territorios americanos y colonizarlos. La doctrina Drago, inspirada en Carlos Calvo que proponía prohibir la intervención diplomática cuando hubiera pleitos entre partes de distintos países, hasta que no estuvieran agotados los recursos locales. En este sentido, Drago estableció como doctrina jurídica que ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera.

El artículo 8 del Pacto de Varsovia de 1955 establece que:

Las Partes Contratantes declaran que se conducirán en un espíritu de amistad y cooperación con el objeto de promover un mayor desarrollo y fortalecimiento de los lazos económicos y culturales entre ellas existentes, conforme a los principios de mutuo respeto de su independencia y soberanía y de no intervención en sus asuntos internos.

La intervención en asuntos internos tal como suele manifestarse en los mismos párrafos de raudas declaraciones en la que también se hayan los conceptos de colonización no mencionan jamás una relación entre las acciones en la que los Estados son dueños de corporaciones, como así también de bonos del tesoro y ni que hablar de la participación en los organismos internacionales de crédito que los hace acreedores directa e indirectamente, que como hemos visto históricamente son cobrados en dinero y/o en especies, siendo que si entendemos que desde 1971 la divisa mundial de intercambio es emitida sin ningún anclaje legal a existencias de oro, pues, la forma de cobro y pago es a través de los frutos del trabajo (bienes finales, intermedios o servicios) como así también fruto de la extracción y la comercialización de los mismos tal como sucede con los commodities. Por lo tanto, la negación a pago de compromisos de deuda en dinero de curso legal implica tensar la cuerda con aquellos que también son los compradores de productos de exportación.

La intervención o intromisión en asuntos internos conlleva implícitamente que las decisiones deben ser tomadas en el seno de la voluntad popular que los estados capitalistas ordenan mediante la acción de su soberano, cosa que necesariamente estará ligada por el hilo rojo que ahorca al ciudadano de a pie que debe valerse de la información que escapa a su entorno perceptivo y aventurarse a conformar una realidad a partir de la narrativa de un agente tercero, en cuyo caso siempre serán los medios de comunicación, con las plataformas y redes sociales como irrupción al tradicional multimedios. Digamos entonces que las decisiones del soberano estarán en parte condicionadas por los intereses que representa y que los llevaron a sus bancas haciendo uso de las herramientas que el plexo jurídico habilita y con esto último implícito también lo que los vacíos legales también habilitan, de manera offshore a un sistema que ve desangrarse en las regalías, cánones, fuga de dinero y de recursos naturales drenándose por las alcantarillas del libre mercado y la desregulación que es bien recibido por los paraísos fiscales amparados por las potencias económicas mundiales.

Se estima que el 60% del dinero ruso (de privados) se encuentra en paraísos fiscales, algo que resquebraja aquella idea latente del socialismo soviético que parece no haber terminado en 1992 ya que las alusiones al frío extremo, las guerras, las mafias y la corrupción parecen no mermar en el metamensaje semiótico que Hollywood, Netflix y Disney invierten cada día en sus producciones. Aquella propaganda que se esparcía a través de los cómics a comienzos del siglo XX no ha cambiado lo suficiente e incluso se las han rebuscado para mostrarnos las miserias del capitalismo que termina siempre justificado en su accionar por una supuesta prevención de un futuro mejor ante una avanzada y por ello es necesario una invasión a 18 mil kilómetros librando una guerra contra el terrorismo. En esta línea aparece la operación Red Sparrow:

Un compañero de baile de Dominika Egorova, bailarina destacada del Ballet Bolshoi ruso, durante una función se quiebra accidentalmente una de sus piernas, y también sus sueños. Embargada por la tristeza y por no poder mantener a su madre enferma, Dominika acepta el trato que le propone su tío, un alto mando del servicio secreto de Rusia. Frustrado el trabajo comendado, la rubia rusa comienza las clases para ser una Sparrow (Gorrión), agente secreto que usa su seducción, fuerza y manipulación psicológica para extraer información y completar misiones para su país. la gran pantalla de hoy parece continuar la vieja práctica ideológica de construir enemigos a la medida coyuntural más inmediata, sobre todo si se trata de un tiempo de alta agitación política. En Red Sparrow, la mujer que la operación internacional estadounidense termina rescatando, representaría a una Rusia maltratada, ultrajada y abusada por sus propios hombres, una Rusia que parece pedir ser salvada de sí misma. Además, el hecho de que la protagonista sea una de las actrices estadounidenses más admiradas del momento, inocularía un deseo paternalista de ayudarla, de que sea rescatada. Así, la invocación propagandística de esta película, según el referido procedimiento de feminización de la nación, es aún más avezada que la ocurrida en algunas de las películas ambientadas en territorio propio, pues en este filme se ejerce la prerrogativa de feminizar a la nación enemiga utilizando a estrellas de cine propias.

Entonces, resulta que apropiarse de los recursos de un país ya no se logra mediante una invasión y sometimiento en calidad de colonia, pues es más simple establecer una embajada allí desde donde emplazar 'gestores' que se dediquen a financiar partidos políticos manteniendo dividida la población, ya que desde la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963, que vendrá a representar sus intereses mediante una población blanca que eche raíces (expropiando algunas para su explote) y pivotee de espaldas al arco del desarrollo que ahora se encuentra disponible por Disney 'plas'.

viernes, 5 de febrero de 2021

Juegos mentales: pubertarios

 


Es curioso que quienes bregan por el libre mercado omitan algunas de las premisas fundamentales, condición necesaria para que el planteo cuadre y funcione:

Primero, es necesaria la acumulación de capitales dentro de un país, aunque no especifique que la concentración se realice en una minoría, algo que necesariamente ocurre. Pese a esto último, la economía de escala permite reducir costes medios en proporción con el precio final de competencia, por lo tanto, una acumulación previa de capitales para los rendimientos de un negocio es indispensable.

Por otra parte, hay que destacar que David Ricardo cuando perfeccionó el concepto del libre mercado de Smith, por el año 1817 se expresó respecto del capitalista que aquellos en aquel momento no movilizarían su dinero hacia un país extraño del cual no obtendría garantías además del costo logístico y de seguridad del llevar y traer el capital persiguiendo las inversiones. No podemos juzgar este planteo dado el contexto, aunque es curioso no considerar que los Rothschild hicieran una fortuna con el mercado financiero engañando a los inversores locales y extranjeros poseedores de bonos del Tesoro inglés cuando a través de palomas mensajeras (negocio de comunicación que utilizaban) hicieron pensar al mercado que Inglaterra había perdido la guerra contra Napoleón en 1815 haciendo desplomar las acciones de la corona británica comprándolas a valores irrisorios y revendiéndolas al día siguiente cuando la información correcta llegó a los oídos del mundo financiero, y las acciones inglesas no sólo recuperaron su valor inicial sino que aumentaron todavía más producto de la victoria. Así es como los Rothschild hicieron un millón de libras esterlinas en sólo un día por aquella época, algo que parece que desconocía David Ricardo.

Entonces, haciendo un simple ejercicio de razonamiento:

La teoría cuantitativa del dinero dice que cuando hay más demanda sobre este, su valor aumenta, y cuando menos hay, pues pasa lo contrario, entonces lo mismo sucede con las tasas de interés: si hay mucho capital circulando, el precio del dinero cae y las tasas de interés hacen lo mismo permitiendo que el acceso al crédito sea más realizable que antes. Ahora bien, si trasladar el dinero a otro país no es problema alguno, y no conlleva gastos de traslado (porque es virtual) y las garantías de seguridad no son un problema, entonces es de pensar que el inversor financiero lleva su dinero y lo pone a invertir donde sea más rentable, por ende, si en una jurisdicción legal como lo es un paraíso fiscal donde no percibe retención en concepto de impuestos como sí ocurre en un país promedio, el capital se irá hacia allí para tributar menos y desde allí realizar las inversiones financieras donde lo considere…entonces…no habiendo controles sobre el capital como ocurre con la alta evasión impositiva, entonces con “libre mercado” el capital simplemente se irá y caerá la premisa de la acumulación de capitales volviendo trunco el planteo de Ricardo, mientras que al mismo tiempo los empresarios que no alcancen los niveles de escala, no serán tan competitivos sumándole que al haber menos capital circulante por la fuga de los mismos, pues no accederán al crédito y o bien terminarán desinvirtiendo en ello, o estancándose y dando la pelea en los salarios a través de los precios cuando se compite con mercadería que ingresa al país proveniente de economías con salarios inferiores y que al mismo tiempo tienen producción a escala.

En matemáticas, una forma de controlar que una incógnita haya sido correctamente despejada es comenzar directamente por el resultado obtenido, entonces hagamos el siguiente ejercicio:

Ya que el libre mercado que se propone para alcanzar el desarrollo de las economías más desarrolladas de la actualidad no se condice con las premisas, hagamos lo mismo para comprobar si la incógnita fue correctamente despejada: busquemos un país que se encuentre desarrollado y que no ejerza controles sobre los capitales, donde los salarios sean bajos para ser más competitivos. Se sorprenderán.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

La integración a cualquier precio, a cualquier sangre


Si algo destaca como constante respecto del comportamiento de los mercaderes, es la del afán por acaparar todo lo posible, repartiendo pérdidas y trasladando responsabilidades a los fines de reducir al mínimo posible aquella relación entre el riesgo asumido y las rentabilidades esperadas.

Entre 1347 y 1353 ocurrió un hecho en el mundo que testifica en términos metafóricos la implicancia de los efectos en cadena y sus inevitables consecuencias como un efecto sociológico que al mismo tiempo reviste de base de comportamiento sobre la actividad económica cualquiera fuera su naturaleza. Así las cosas, mientras la ciudadanía se congregaba en iglesias implorando y aferrándose a su fe como pedido de socorro ante algún poder superior que viniera a dar protección frente a una epidemia que terminaría cargándose a más de 100 millones de personas en todo el mundo. Al parecer, la xenopsylla cheopis (una pulga) portaba una bacteria que cuando mataba a las ratas negras buscaba otro anfitrión, que fue ningún otro más que el ser humano, y cuando mataba a éste, la colonia de parásitos criada a base de la sangre humana terminaba infectado a otras ratas nuevamente.

Casi como una ironía aquello a lo que se aferraba la fe de las personas era lo que los terminaba matando, puesto que el portador de la enfermedad mataba a propios y extraños, algo así como aquellos que portan un mensaje por creencia —ya que no es legitimada por la razón- que terminan esparciendo y propiciando los efectos negativos que ignora y que terminan perjudicando al portador, como por ejemplo quienes pregonan el neoliberalismo ignorando las consecuencias sobre sí, aferrándose a una creencia que renace como el fénix a cada momento pese a su evidencia.

Otro capítulo merece aquello de que la peste negra haya sido descubierta en la India a principios de siglo XX cuando era aún una colonia británica —aquí sostengo que mientras haya voz y voto en un directorio de una potencia mundial, el colonialismo se mantendrá intacto- mediante la creación de una “Comisión de la India para la investigación de la peste” que se implementó en 1905. Años antes, en 1894, el gobierno francés envió a dos médicos bacteriólogos, uno franco-suizo y otro japonés, a la colonia británica de Hong Kong para enfrentar una epidemia que había llegado a la Provincia de Cantón (Guangdong), cuya mortalidad alcanzaba el 80% de los chinos infectados. El temor ante una propagación de un virus tan letal no tardaría en hacerse notar en los comportamientos financieros, ya que se encendieron las alarmas occidentales poniendo en riesgo la actividad comercial mundial.

Respecto del origen, Gabriel de Mussis, un notario público de la ciudad de Plasencia(1) constata con precisión el lugar exacto de la propagación de la plaga al nombrar a la ciudad de Caffa(2) narrando un episodio de la historia donde según los ejércitos mongoles que asediaron este enclave genovés(3) lanzaban cadáveres infectados con catapultas dentro de la ciudad para propagar la enfermedad y acelerar su caída. Parece ser que la práctica de debilitar un gobierno o Estado lanzando enfermos para propagar una enfermedad no es cosa actual de los grandes medios de comunicación que alientan marchas opositoras en el medio de una pandemia mundial.

En lo que refiere al comercio internacional y la integración casi como un eslogan a cualquier precio —a cualquier sangre- implica que al implementarlo sin garantizar un marco propicio para el mismo, termina provocando desequilibrios donde “vender más” reviste de un concepto cargado de inconsistencias y de falacias de patología conceptual donde se ignora la elasticidad de los precios de exportación y donde se ignora el reparto de aquellas rentabilidades obtenidas cuando vender más cantidad en la mayoría de los casos implique reducir salarios para abaratarse y competir en ese esquema, o bien a expensas de la extinción de una rama de actividad que no puede competir ante el abaratamiento de los precios de su competidor extinguiendo toda competencia. La lógica ex -post nos lleva a determinar que “vender más” no necesariamente se traduzca en mayores beneficios a toda una comunidad, sino a una pequeña parte de ella a costas de la gran mayoría. Esto es lo que sucede cuando se alienta a integrarse sin barreras arancelarias ni paraarancelarias entre dos economías que presentan asimetrías socio-económicas.

El filibusterismo es una táctica que se emplea en las asambleas políticas u otros cuerpos deliberantes para retardar o impedir los acuerdos aprovechando cualquier oportunidad que ofrezca el procedimiento necesario para ello. El término filibustero comenzó a usarse a partir de la segunda mitad del siglo XIX para referirse a hombres que iniciaban guerras con ejércitos privados sin autorización oficial de un gobierno legítimo, como el caso de William Walker que fue médico, abogado, periodista, político y mercenario estadounidense, por caso el más reconocido de los filibusteros del siglo XIX, que como fruto de esta práctica logró erigirse Presidente de Nicaragua en 1856. Fue allí donde arribó un año antes seducido por una Guerra Civil que le movilizaría como negocio que resultó beneficioso haciéndose de la presidencia con una elección de la que un corresponsal del New York Times mencionó: “Ustedes sin duda han visto el resultado de las elecciones publicadas por El Nicaragüense… ¡en algunas poblaciones le dan a Walker más votos que el cuádruple de los habitantes, contando a todos los hombres, mujeres, niños y bestias!”.

Si algo nos queda claro del reconocimiento internacional a los procesos democráticos es que dependerá siempre de los intereses de las grandes potencias y cómo la subjetividad en función de la voluntad de éstos se doblará con un contorsionismo que mereciera una disciplina olímpica propia, ya que ante una “América para los americanos” como cita la doctrina Monroe mancomunada con la Doctrina del “Destino manifiesto(4)” permitiría el dominio norteamericano a lo largo y ancho del continente americano en sus hemisferios justificándose cualquier irregular práctica incluso por el mismo Walker: “Lo que por ignorancia llaman filibusterismo no es el producto de una pasión o de un deseo desmedido; es el fruto de los instintos seguros e infalibles que obran de acuerdo con leyes tan antiguas como la creación”.

Justificar las intervenciones y la intromisión en asuntos extranjeros como injerencia directa —el caso “Braden o Perón” es ejemplo de ello- o invisible a través del filibusterismo o el apoyo financiero, económico, militar y de propaganda a través de los medios de comunicación que permitieron los gobiernos militares en américa latina en todo el siglo XX, en la que no sólo no rechazaron la legitimidad de los gobiernos de facto sino que muy por el contrario respaldaron aquello de la década infame de 1930 y el golpe cívico-militar contra Hipólito Yrigoyen justificando el “fraude patriótico” por parte de “La Concordancia”(5) argentina: […] las mayorías argentinas, por su reciente incorporación al país, no se han consustanciado con la esencia de la nacionalidad, viven una minoría de edad, son arrastradas por los demagogos, no analizan suficientemente los deberes inherentes a ese derecho que se les ha otorgado y necesitan de una tutela; El fraude... impide el regreso de las masas entregadas a la demagogia y el poderío indiscriminado del número”.

Un nítido ejemplo de la indignación selectiva de los pregoneros de la democracia, la transparencia, la ética y moral de las Naciones Unidas ante el reconocimiento o no de los diferentes Estados/Naciones en el mundo fue el caso de la fallida “República de Rodesia” cuyo estado autoproclamado existió en el sur de África entre 1965 y 1979, en la actual República de Zimbabue. Tras la disolución de la Federación de Rodesia y Nyasalandia, en 1963, el gobierno de la minoría blanca, que representaba un 5% de la población de la colonia para ese entonces liderado por Ian Smith, en un esfuerzo por retrasar una transición inmediata a un gobierno de la mayoría negra, declaró unilateralmente su independencia el 11 de noviembre de 1965.

La Administración solicitó inicialmente el reconocimiento como Reino de la Mancomunidad Británica de Naciones con Isabel II del Reino Unido como jefe de estado bajo el título Reina de Rodesia, que en un fallido intento de reconocimiento internacional en 1970 se declaró la República de Rodesia, con un presidente como jefe de estado y un Primer Ministro como jefe de gobierno que desató una brutal guerra de guerrillas entre el gobierno de Rodesia y las organizaciones nacionalistas comunistas africanas en la que Ian Smith aceptaría una “democracia birracial” en 1978 con un gobierno provisional acompañado del moderado Abel Muzorewa (6) —siempre con un cipayo como aliado- quien falló en apaciguar las críticas internacionales y en detener el derramamiento de sangre. El 12 de diciembre de 1979, el gobierno rodesiano devolvió la administración al Reino Unido en lo que se celebraban elecciones democráticas bajo sufragio universal, que tras la victoria del ZANU, el gobierno británico reconoció la independencia de la colonia bajo el nombre de República de Zimbabue.

Según el historiador Frederic Rosengarten, autor de la obra “¡Los filibusteros deben morir!”, la doctrina del Destino manifiesto se expresaba con notable racismo considerando que los habitantes estadounidenses eran superiores a los mestizos de los países limítrofes ubicados al sur de su frontera, a los que consideraban debieran de ser “regenerados”, aunque la doctrina se interpretaba de distinta manera para los intelectuales norteamericanos del norte quienes consideraban expandir su territorio junto a la institución de la esclavitud ya que sin ellos no seria suficiente la expansión de la producción. Por otra parte, el historiador Robert E. May en su obra “El Destino Manifiesto, William Walker, y el filibusterismo de los Estados Unidos en América Central en la década de 1850”, los filibusteros organizaban cuerpos militares privados, provocando guerras no autorizadas y emprendían campañas contra territorios normalmente en estado de paz con Estados Unidos. Uno de ellos fue Gaston de Raousset-Boulbon(7) quien el año 1852 se trasladó a Sonora mediante una compañía minera en búsqueda de plata, la cual era conformada en su mayor parte por un grupo de socios de origen francés, pues las leyes mexicanas prohibían a estadounidenses colonizar la zona. Sin embargo, la empresa fue relegada y los filibusteros intentaron una campaña militar para tomar la ciudad mexicana de Hermosillo que acabó en fracaso.

Parte de la avanzada cultural como método de injerencia silenciosa consta de la colocación de modismos en aras de la atomización de la ciudadanía con mensajes y campañas de propaganda mediante el uso de la semiótica a través de cada una de las usinas de comunicación habidas y por haber —con las redes sociales en laboratorio aún- debilitando los conceptos y obnubilando la razón de individuos que adoptan terminología anglosajona para conceptos que merman ahora de su carga conceptual, como por ejemplo el laxo uso de lo que se conoce como “lobby”, casi como una actividad emprendedora que junta oferta y demanda y sólo a cambio de una comisión. Bajo esta apreciación del término también podría aplicarse a un sicario, a un filibustero, a un cuatrero y hasta a un simple monotributista. Los hedgefounders que traducido al español referencia a aquellos que persiguen rentabilidades mediante “fondos de cobertura”, los que también son conocidos como “fondos buitre”. Nótese cómo cambia la carga filosófica hacia el mismo sujeto que en definitiva sólo ejecuta un cierto abanico de acciones para obtener ganancias, y el juicio de valor queda para cada quien, y para cada Estado que decide erradicarlo o no.

Cuando el análisis y proyección del comercio exterior recaen sobre los garfios del simplismo que rodea los límites de alcance de los aranceles y/o sobre las limitaciones internas a causa de una burocracia que no es ajena a ningún Gobierno, y peor aún, escapándose de la marca personal por la tangente a la que recurren los mediocres apelando a la diversificación de productos de exportación y a una diferencia de tecnologías que sólo se limita a explicar el comercio inter-industrial (con asimetrías socioeconómicas, básicamente de salarios y distribución del ingreso) entre una economía desarrollada con justicia social y otra subdesarrollada, pero que nunca terminan de explicar cómo es que se dé el comercio intra-industrial (entre dos economías similares) con diferencias tecnológicas como una que sólo provee materia prima y otra productos de alto valor agregado pero con niveles de salarios bajos y por ende, de ningún desarrollo.

La integración entre países no puede darse cuando las presiones geopolíticas no permiten el encauce de una concepción del Estado en el que haya ciudadanos de primera y de segunda. Los números sólo cierran con las personas dentro, no fuera en la propia jurisdicción desechados como de segunda, ni fuera de la misma expulsados en una diáspora irreconciliable que sólo provoca distorsiones en los países receptores que deben lidiar con la viveza del sector privado que al filo de la ley se hace de mano de obra barata frente a una población que ve amenazado su empleo cuando acciona los mecanismos legítimos por Constitución Nacional como lo es la actividad sindical mientras esta es demonizada por la propaganda cinematográfica que se cuela de las rendijas destellantes de pantallas que erosionan 24 x 24, promoviendo una falsa globalización des-culturizadora al tiempo que los capitales se fugan hacia paraísos fiscales. El paraíso de unos pocos donde del derecho internacional privado se hace lo que se quiere y donde la concentración de riquezas echan por tierra la mano invisible de un mercado que prefiere tercerizar y correr por derecha la sustitución por tecnologías a un bienestar social que se desdibuja de los preámbulos constitucionales que fueron dados a luz hace miles de años al calor de la filosofía, nervio de la guerra conceptual que hoy parece tener un claro vencedor y un derrotado cuyos términos de rendición parecieran nunca saciar la voracidad corporativa en la que tan sólo las 26 personas más ricas del mundo tienen el dinero de la mitad de la población mundial más pobre.

1 Capital de la provincia homónima en la región de Emilia-Romaña, Italia.

2 Ciudad portuaria de la península de Crimea.

3 Caffa estuvo bajo dominio de los gobiernos enfrentados Génova y Venecia entre 1204-1261 y 1296-1307.

4 Es una frase e idea que expresa la creencia en que los Estados Unidos de América es una nación elegida y destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico; forma parte del llamado mito de la frontera. Esta idea es también usada por los partidarios para justificar otras adquisiciones territoriales. Los partidarios de esta ideología creen que la expansión no solo es buena, sino también obvia (manifiesta) y certera. Esta ideología podría resumirse en la frase: «Por la Autoridad Divina o de Dios.

5 La Concordancia fue una alianza política argentina formada en el año 1931 entre el Partido Demócrata Nacional (también conocido simplemente como Partido Conservador), la Unión Cívica Radical Antipersonalista y el Partido Socialista Independiente, organizada por El general Agustín P. Justo fue quien organizó la Concordancia para sostener su candidatura a presidente en 1931 y neutralizar las aspiraciones de perduración por parte de la dictadura militar del general José Félix Uriburu (1930-1932), la proscripción de los candidatos de la Unión Cívica Radical, el uso del fraude electoral masivo y de la violencia política sistemática.

6 Nació en Umtali, Rodesia de Sur (hoy Zimbabue) fue formado por la Iglesia Metodista Unida en los Estados Unidos consagrado allí como Obispo, convirtiéndose en el primer prelado metodista de raza negra en Rodesia, fue exiliado y retornó como opositor en representación de intereses foráneos bajo el ala derechista de Zimbabue.

7 Fue un filibustero francés, autor, político y teórico del colonialismo.

martes, 20 de octubre de 2020

Principios filosóficos: la universalidad y la constitución de las sociedades


El sentimiento de unidad, pertenencia y afinidad se manifiestan plenamente en aquellas sociedades que se encuentran vinculados entre sí por una historia común, eventualidades trágicas sucedidas o disposiciones geográficas que requieren de una cooperación mutua en virtud de la supervivencia frente a escenarios inhóspitos u hostiles.

En los estados modernos donde el principal desarrollador urbano es el Estado, los fondos públicos para tal fin se encuentran perdidos en la línea de tiempo, cuyo capital se esconde en alguna parte del concepto de amortización y aquello perdurable que trasciende generaciones cuyo valor abandona los criterios de comprensión actúa para formar parte de un insoslayable sobre el que transita una humanidad carente de espacio y tiempo. El altruismo o la frugalidad poco rol cumplen en estos vados de análisis donde los principios de igualdad se hunden a cada paso en estos cimientos que se mecen sobre los fangosos cimientos de la ley del más fuerte.

En el comercio exterior existen prácticas que se consideran leales y otras que no lo son, así las cosas y a espaldas de la no-ilegalidad proliferan asimetrías que dan a luz lo que será una economía de escala cuyo crecimiento habrá insumido los capitales de otros tantos que vieron sucumbir-se, como una madre que sufre el desgaste físico en beneficios de una nueva vida cuya relación de necesidad/vulnerabilidad cambiará conforme el paso del tiempo. De entre las prácticas admitidas en las relaciones comerciales se encuentra una muy poco indagada y que de marras resulta crucial en esta deconstrucción desde la punta de un ovillo que a muchos incomodará tirar. En este sentido es que aparecen los descuentos por cantidad. Capitalismo de barrio o premisa fundamental de la economía de escala.

Habitualmente los reflectores apuntan siempre sobre el poder de venta quizá como un impulso ofertista, resabio de las décadas de los setentas y ochentas. Sin embargo, el poder de compra oficia de alter ego en este juego de poder donde el juego de suma cero mundial cuya víctima es aquella que no pudo rechazar la oferta propuesta. La teoría microeconómica clásica asume en todo momento a la hora del análisis que la competencia es perfecta omitiendo o desafectando de la ponderación de variables que una empresa ejerza algún tipo de presión sobre otra, o que se imponga mediante algún mecanismo “no comercial” —por no incurrir en una acusación de deslealtad- en la que una resulte beneficiada a expensas de la otra. Para pasar en limpio el reciente concepto la cosa es muy sencilla: no existen los monopolios/oligopolios para la teoría clásica. Y como infidencia que narra quien suscribe les comento que un contador público nacional llegó a sentenciar que “no existe la especulación como tal”. Sin palabras.

Para retomar alguna senda de narrativa enhebrada bajo la confección de un ensayo metodológico de corte social, continuaremos por recuperar la iniciativa a comienzos de este artículo donde hicimos alusión a aquellos ingredientes que unen las sociedades a los fines de evocar lo que el título expresa de “principios filosóficos de universalidad”, puesto que el contrato social al que suscriben los individuos cuando erigen un soberano desistiendo en parte a la soberanía propia de algunas decisiones que delegará en aquel soberano, y al que atribuirá facultades que pudieran ir en contra de sus propios intereses eventualmente. Tal vez la última oración reciente esté tan cargada de conceptos que requiera una observación o dos en virtud del entendimiento común. Veamos.

Los recursos son limitados en este mundo que nos rige, y en la medida que el ser humano demande más recursos que los utilizables y que esta demanda implique coartar las necesidades de otro que quedará insatisfecho, la administración y racionalidad será indispensable en la medida que la solución no recaiga sobre la práctica más longeva de todas, a saber: la violencia.

En la actualidad la obtención de los recursos de otro sitio no conlleva a las potencias a la invasión, sometimiento y colonización como tal porque a fin de cuentas embarcarse en la empresa de sostener una conquista implican costos que a los fines contables los imputamos por adelantado o al vencimiento en cuyo caso es un costo al fin y al cabo por lo que en el saldo resultante como costo de oportunidad, es más rentable invertir en abaratar el precio de compra de los recursos para lo que se activan los mecanismos de injerencia de todo tipo de aquellos Estados potencias mediante la diplomacia, o la paradiplomacia empresarial que de facto se ejerce con la amenaza de la desinversión y el coste social que ello acarrea. “Vender más barato para vender más” parece ser la regla primaria del pregón de las doctrinas económicas, nunca sin antes intentar bajo todas las posibilidades existentes la de evitar la repregunta o la rendición de examen que dé cuenta de los resultados que se presumen se obtendrán. Nunca sucedió esto sin dejar de la contabilidad a un puñado de personas afuera del sistema, y sino pensemos en Perú que ha sido una muestra de estabilidad fiscal, de precios y política que estalló por los aires con la pandemia del coronavirus que desenmascaró que el 80 % de su población se encontraba precarizado.

Así como la nula influencia de una empresa mayor a otra, bajo el concepto clásico, encontramos también una definición respecto de las posiciones dominantes de las firmas en la que el prisma se detiene solo a observar los aspectos de venta. En este caso encontramos así como la falsa premisa de la competencia perfecta, una consideración de las relaciones comerciales donde una empresa oligopólica no puede al mismo tiempo ser oligopsónica, término este último que significa el poder de compra repartido en un manojo de empresas. En la argentina se da el claro ejemplo de ambas características fácticas en el sector de la leche, ya que una gran empresa láctea que tiene posición dominante en las góndolas argentinas, también ejerce la misma presión a la hora de comprar la producción cruda de leche a los tamberos, presionando con el uso del tiempo para que los productores deban vender sí o sí en límites de vencimientos a precios irrisorios que luego crece exponencialmente hasta llegar al supermercado.

¿por qué titular esta publicación como principios filosóficos de universalidad entonces? Pues, porque los seres humanos se han asociado desde tiempos inmemoriales con la condición de someterse por igual a la cesión de soberanía en función de un tercero que administre por todos. Este principio rige las leyes, las conductas, la cultura y el sentido común. No obstante, alguna vez dijo un pensador argentino: “Las zonceras de que voy a tratar consisten en principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia – y en dosis para adultos – con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido”. Los axiomas son proposiciones o enunciados tan evidentes que se considera que no requieran demostración, por lo tanto, como alguna vez expresé por estos lados, los discursos morales tienen prerrogativa discursiva: no admiten dudas.

John Maynard Keynes definió al interés financiero como un premio por no atesorar el dinero, una recompensa por transferir la disposición sobre la riqueza en su forma líquida. Así las cosas, las Constituciones como acuerdo de reglas de convivencia y una forma de pacto político y social significa —para quien postula- un acuerdo de paz entre sectores que tensionan la cuerda por intereses propios en la que como todo acto bélico que culmina con una rendición y un vencedor, el mismo finaliza con la aceptación de la renuncia con determinados recursos que acuerdan ceder de uno hacia el otro, de lo contrario la paz no sería garantizada. En efecto, los principios de universalidad se arquean hacia un lado siempre, y como toda función decreciente presente encada comportamiento cuantificable sobre un eje de ordenadas, en algún punto la curva desciende y ahí se activan los mecanismos garantistas hacia uno en detrimento del otro.

Los grandes capitales son seducidos con incentivos que se perciben y/o traducen en alguna forma onerosa de beneficios, y utilizando el concepto keynesiano del interés se los termina premiando para que transfieran la disposición de su riqueza para diversos fines. Entonces, en términos absolutos es muy probable que los tributos al Estado por parte de los grandes grupos económicos resulten muy por encima de los que aportan un número idéntico de individuos tomando uno a uno, un rico y un no-rico. Sin embargo, en términos proporcionales los aportes de los grandes capitales resultan irrisorios comparados con los que tributa un asalariado promedio. Como el capital fluye bastante libre entre las naciones, y no se estanca como idealizó David Ricardo, en primera instancia el gran capital hipotético que es invocado en este párrafo no es atraído por incentivos, se dejará seducir por otro que lo haga. Aquí entra el controvertido axioma zoncera de la “nivelación hacia abajo” puesto que el principio de universalidad se deshace en las húmedas fauces del sistema.

Si la Organización Mundial del Comercio que data de 1995 admite los descuentos por cantidad, entonces se distorsiona el tablero de damas sobre el que se cuece el caldo social puesto que un pequeño revendedor se verá desplazado por uno más grande que accede a precios menores ejerciendo el monopsonio u oligopsonio según el caso. La competencia no es libre, nunca lo fue ni lo será, pero el discernimiento de un axioma presentado como una verdad revelada y pregonada hasta la sordera ciudadana se volverá consuetudinario, incuestionable, irrefutable y si no lo es, pues será invisibilizado por las usinas concentradas de información y no se cumplirá ni garantizará en ninguna parte nunca el principio filosófico de la universalidad.