Qué más agregar a todo aquello que, de
marras, es bien conocido como instrumentos semióticos en esta Guerra Fría que
realmente comenzó a partir de la década del 20 del siglo XX con el
perfeccionamiento del concepto de propaganda forjado en aquel entonces por el
sobrino político de Sigmund Freud, Edward Bernays.
Bernays logró congeniar distintos elementos que
hoy conforma la práctica de los estudios de marketing político y de
posicionamiento, que todavía fue más allá de la manipulación de la actualidad
para aggionarse y sacar algún provecho para sus clientes sino que se
erigieron en aquel entonces como los pioneros en aquello de pergeñar un acto
público mediante la utilización de las causas en pugna del momento e
insidiosamente usufructuar el termómetro social para perpetuar consignas que
resonarán por tiempo prolongado arrastrando consigo el virus inoculado,
objetivo principal de la movida sucedida. Nunca, por supuesto, sin la puesta en
escena con los medios de comunicación como plataforma y plan de escape por la
puerta principal.
El botín de oro
Para contextualizar este presente 2021 y no
confundir con la narrativa sobre lo acontecido en los dominios de la primera
parte del siglo XX es de precisar que hay actualmente un tercio del dinero
mundial emitido, resguardado en paraísos fiscales, es decir que en algún
momento volaron de los países de donde o bien fueran impresos, o
emitidos desde las Reservas Federales en moneda dólar. La concentración de la
riqueza ha alcanzado niveles sin precedentes facilitado por la desregulación y
la reducción de los impuestos progresivos durante los últimos 50 años que
permitió por goteo esta formación de activos externos, conocido este concepto
como fuga de capitales. Por lo tanto, cuando menos dinero para realizar
las mismas actividades y mientras una población aumenta, la presión
distributiva se encarniza entre las patronales y las usinas sindicales mientras
la producción física y de servicios locales se encarece por una simple función
monetaria con la teoría cuantitativa del dinero como premisa fundamental y la
consecuente carrera por el tipo de cambio que cada Nación establece según sus
herramientas y decisión política. A octubre del 2018 el Banco Mundial estimaba
que unos 3.400 millones de personas viven en la pobreza extrema, y que las 30
personas más ricas tienen el mismo dinero que toda esa mitad de la población
mundial.
En 1963 en los Estados Unidos se gravaban las
ganancias con impuestos de hasta el 91% para aquellos que percibieran ingresos
por más de 400 mil dólares, impuesto que se ha reducido un 50% en los últimos
50 años. Con el ascenso al poder de Margaret Thatcher (1979) y Ronald Reagan (1981) el impuesto se redujo en más de 40 puntos. Años antes, en 1957 Gran
Bretaña promulgó una serie de leyes que propiciaron la germinación de los territorios
offshore, de nula tributación fuera de sus costas, tanto en sus
Islas del Canal (grupo de islas del canal de la Mancha situadas al oeste de la
península francesa de Cotentin en Normandía, y son dependencias de la Corona
británica pero no forman parte del Reino Unido), como aquellas que estaban bajo
sus dominios en el Caribe. Los paraísos fiscales proliferaron en la década de
1960 en pleno proceso descolonizador y de reindustrialización de las
potencias a posteriori de la segunda guerra mundial.
Otro punto interesante a destacar respecto del
flujo de los capitales a nivel mundial es la del abandono del patrón oro en
1971, el primer balance anual que presentó déficit comercial para los Estados
Unidos en todo el siglo XX. La Reserva Federal ahora con el manejo del dinero fiat,
es decir sin respaldo en existencias de oro en sus arcas, la Reserva se dedicó
a emitir dólares sin respaldo, y sin precedentes también en la que se registró
un aumento del 50% entre 1960 y 1970, y duplicándose cada década acumulando un
total del 688% entre 1960 y el 2000. Entre el segundo milenio y el 2010 la base
monetaria se expandió en un 231% y luego un 73% entre 2010 y 2020. Es un viejo
conocido el precepto neoclásico respecto de la emisión monetaria como enemigo de
la praxis liberal siendo que el mayor emisor es justamente el padre de la escuela
de Chicago, y que, sin la contención del patrón oro provocaría los
desequilibrios propios de la pérdida de referenciación entre lo producido y los
flujos monetarios mundiales en la que divorcian irreconciliablemente la
relación de precios entre lo tangible y lo fungible como lo es el dinero fiat,
o también entendido como moneda fiduciaria que es el dólar.
En 1968 el economista belga, Robert Triffin,
denunció una anomalía en el modelo monetario internacional de Bretton-Woods conocido
como el “dilema de Triffin”, que sostiene que una economía (en aquel caso
los Estados Unidos) no puede crear liquidez internacional si no es mediante
endeudamiento con otros países, es decir creando y sosteniendo un déficit en la
balanza de pagos comprando bienes, servicios e inversiones en el extranjero y
con gasto militar para asegurar las posesiones en el extranjero y mantener la
influencia sobre los territorios ocupados. Unos años antes, en 1965 en el
Palacio Eliseo francés, Charles de Gaulle brindó una conferencia acerca del
sistema monetario internacional, donde De Gaulle afirmó que las razones que
llevaron a establecer el patrón cambio oro luego de la II Guerra ya no
existían, que las monedas europeas se hallaban recuperadas, y que las reservas
de oro de los Seis (potencias de la época) eran equivalentes a las estadounidenses,
por lo que:
"la convención que atribuye al dólar un valor
trascendente como moneda internacional ya no reposa sobre su base inicial, a
saber, la posesión por parte de Norteamérica de la mayor parte de oro del
mundo...el hecho de que numerosos Estados acepten dólares, por
principio, al mismo título que el oro para compensar, llegado el caso, los
déficits que presenta la balanza norteamericana de pagos que lleva a los
Estados Unidos a endeudarse gratuitamente con el extranjero. En efecto, paga a
sus acreedores con dólares que no tiene más que emitir, en
lugar de pagarles totalmente con oro cuyo valor es real, que sólo se posee por
haberlo ganado y que no puede transferirse a otros sin riesgo y sin sacrificio.
Esta facilidad unilateral atribuida a Norteamérica contribuye a construir la
idea de que el dólar es un signo imparcial e internacional de intercambio, en
tanto que es un medio de crédito de un Estado.”
Por eso, agregaba De Gaulle, Estados Unidos nunca
tiene que ajustar su sector externo, como sí lo tienen que hacer los demás
países. Además:
"Los préstamos en dólares creados
inflacionariamente por Estados Unidos rinden más en el extranjero que en el
interior, y por eso este país ejerce una 'suerte de expropiación de empresas
nacionales'· cuando realiza inversiones externas, o cuando ayuda a otros países."
Cuenta de capitales
En el año 1307, el papa Clemente V y Felipe IV
ordenaron la detención de Jacques de Molay junto con la de los demás caballeros
templarios bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz. Molay declaró
y reconoció, bajo tortura, los cargos que le habían imputado, aunque con
posterioridad se retractó. A pesar de ello, en 1314 fue quemado vivo en la
hoguera frente a la catedral de la Notre Dame. El Rey Felipe IV se endeudó con
la Orden de los Templarios, quien viéndose en desventaja frente a esta orden
que para el año 1250 acaparaba un ejército de 30 mil hombres, 9 mil granjas,
más de medio centenar de castillos, flota propia de barcos y la primera banca
internacional, lo que inspiró al monarca francés encaminar una empresa de
persecución contra la Orden en 1307, acusándolos por blasfemia, herejía y
sodomía, algo que sin apoyo religioso sería imposible de prosperar. Con la
reciente muerte del Papa Benedicto XI en 1304, Felipe IV decidió promover un
cardenal que estuviese a sus servicios y así fue como impulsó el ascenso de
Bertrand de Got, arzobispo de Burdeos tomando el nombre de Clemente V como el
nuevo Papa. Ya en 1314 la asociación entre el papado y el monarca
francés llevó a dictaminar que todos los bienes de la orden templaria sean transferidos
al Tesoro francés.
Rentenmark, el garante es el Estado
Desde los días de la Primera Guerra Mundial el
Goldmark, la moneda del Imperio alemán había sufrido una grave pérdida de valor
real y de poder adquisitivo, pues el gobierno germano emitió papel moneda para
hacer frente a sus necesidades derivadas de la guerra, llamando Papiermark a
estas nuevas emisiones que carecía de respaldo en oro y no era convertible
en este metal precioso, lo cual era una situación inusual para la época reinada
por el patrón oro. Tras el término de la Primera Guerra Mundial en noviembre de
1918, las potencias vencedoras como Francia y Gran Bretaña impusieron a la
derrotada Alemania el pago de reparaciones de guerra por la destrucción causada
durante el conflicto, sufrida principalmente en Bélgica y el norte de Francia,
atribuyendo toda la responsabilidad por ello sobre Alemania, fijando esta
condición en el Tratado de Versalles de 1919. la República de Weimar había
heredado la moneda depreciada del gobierno imperial y también carecía de
reservas de oro suficientes, por lo cual se siguió usando el Papiermark como
dinero sin respaldo. Ante las especulaciones habituales de los inversores
golondrinas y aquellos atemorizados por un porvenir lóbrego, se produjo una fuga
masiva de goldmarks (moneda alemana respaldada en oro usada desde
1873 a 1914) que sólo aceleraron el proceso devaluatorio de la nueva moneda emitida
por el Estado alemán, que a su vez debía pagar con sus exportaciones y la
actividad local, las reparaciones de guerra reclamadas como “deuda externa”.
La inflación causó la
ruina de miles de ahorristas que habían invertido su dinero depositándolo en
los bancos, quedando a salvo de este riesgo tan sólo la minoría de personas que
poseía bienes cuyo valor no era afectado por la inflación (joyas de metal
precioso, inmuebles, o similares). En enero de 1923, la situación se volvió aún
más tensa con la Ocupación del Ruhr por tropas francesas y belgas, medida
determinada por los gobiernos de ambos países para asegurarse el pago de las
reparaciones de guerra en bienes como el carbón, hierro, acero, o madera, ya
que el marco alemán era rechazable como medio de pago pues carecía de valor.
Ante ello, los obreros alemanes del Ruhr se lanzaron a una huelga general
contra los ocupantes franceses, y el gobierno en Berlín emitió entonces más
papel moneda para pagar salarios a los huelguistas, lo cual agravó más la
inflación en tanto el circulante recién emitido se quedaba en Alemania. La
hiperinflación alcanzó su máximo en noviembre de 1923, pero fue suprimida con
una nueva moneda: el Rentenmark, que entró en circulación el 15 de noviembre de
1923. El presidente del Banco Central alemán, Hjalmar Schacht propuso que el
gobierno impusiera una hipoteca legal sobre las tierras y bienes
industriales existentes en el país, que servirían como respaldo de la nueva
moneda.
La soberanía y los intereses
En la Conferencia de la Haya de 1907 se aceptó la doctrina
Drago, del jurista argentino Luis María Drago que asentaba el principio de
soberanía de cada nación dentro de sus fronteras. El Reino Unido, Alemania e
Italia impusieron un bloqueo naval a Venezuela en 1902 como respuesta a la
deuda externa venezolana que se negó a pagar el recién asumido presidente Cipriano
Castro. En este caso puntual, los Estados Unidos decidieron y manifestaron no
aplicar la Doctrina Monroe ya que aplica sólo cuando un país sufriese ataques
de potencias europeas motivadas por la intención de recuperar territorios
americanos y colonizarlos. La doctrina Drago, inspirada en Carlos Calvo que
proponía prohibir la intervención diplomática cuando hubiera pleitos entre
partes de distintos países, hasta que no estuvieran agotados los recursos
locales. En este sentido, Drago estableció como doctrina jurídica que ningún
Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la
finalidad de cobrar una deuda financiera.
El artículo 8 del Pacto de Varsovia de 1955
establece que:
Las Partes Contratantes declaran que se conducirán
en un espíritu de amistad y cooperación con el objeto de promover un mayor
desarrollo y fortalecimiento de los lazos económicos y culturales entre ellas
existentes, conforme a los principios de mutuo respeto de su independencia y
soberanía y de no intervención en sus asuntos internos.
La intervención en asuntos internos tal como suele
manifestarse en los mismos párrafos de raudas declaraciones en la que también
se hayan los conceptos de colonización no mencionan jamás una relación entre
las acciones en la que los Estados son dueños de corporaciones, como así
también de bonos del tesoro y ni que hablar de la participación en los
organismos internacionales de crédito que los hace acreedores directa e
indirectamente, que como hemos visto históricamente son cobrados en dinero y/o
en especies, siendo que si entendemos que desde 1971 la divisa mundial de
intercambio es emitida sin ningún anclaje legal a existencias de oro, pues, la
forma de cobro y pago es a través de los frutos del trabajo (bienes finales,
intermedios o servicios) como así también fruto de la extracción y la
comercialización de los mismos tal como sucede con los commodities. Por lo
tanto, la negación a pago de compromisos de deuda en dinero de curso legal
implica tensar la cuerda con aquellos que también son los compradores de productos
de exportación.
La intervención o intromisión en asuntos internos
conlleva implícitamente que las decisiones deben ser tomadas en el seno de la
voluntad popular que los estados capitalistas ordenan mediante la acción de su
soberano, cosa que necesariamente estará ligada por el hilo rojo que ahorca al
ciudadano de a pie que debe valerse de la información que escapa a su entorno
perceptivo y aventurarse a conformar una realidad a partir de la narrativa de
un agente tercero, en cuyo caso siempre serán los medios de comunicación, con
las plataformas y redes sociales como irrupción al tradicional multimedios. Digamos
entonces que las decisiones del soberano estarán en parte condicionadas por los
intereses que representa y que los llevaron a sus bancas haciendo uso de las
herramientas que el plexo jurídico habilita y con esto último implícito también
lo que los vacíos legales también habilitan, de manera offshore a un sistema
que ve desangrarse en las regalías, cánones, fuga de dinero y de recursos
naturales drenándose por las alcantarillas del libre mercado y la desregulación
que es bien recibido por los paraísos fiscales amparados por las potencias económicas
mundiales.
Se estima que el 60% del dinero ruso (de privados) se encuentra
en paraísos fiscales, algo que resquebraja aquella idea latente del socialismo
soviético que parece no haber terminado en 1992 ya que las alusiones al frío
extremo, las guerras, las mafias y la corrupción parecen no mermar en el metamensaje
semiótico que Hollywood, Netflix y Disney invierten cada día en sus
producciones. Aquella propaganda que se esparcía a través de los cómics a
comienzos del siglo XX no ha cambiado lo suficiente e incluso se las han
rebuscado para mostrarnos las miserias del capitalismo que termina siempre
justificado en su accionar por una supuesta prevención de un futuro mejor ante
una avanzada y por ello es necesario una invasión a 18 mil kilómetros librando
una guerra contra el terrorismo. En esta línea aparece la operación Red
Sparrow:
Un compañero de baile de Dominika Egorova, bailarina
destacada del Ballet Bolshoi ruso, durante una función se quiebra accidentalmente
una de sus piernas, y también sus sueños. Embargada por la tristeza y por no
poder mantener a su madre enferma, Dominika acepta el trato que le propone su
tío, un alto mando del servicio secreto de Rusia. Frustrado el trabajo
comendado, la rubia rusa comienza las clases para ser una Sparrow (Gorrión),
agente secreto que usa su seducción, fuerza y manipulación psicológica para
extraer información y completar misiones para su país. la gran pantalla de hoy
parece continuar la vieja práctica ideológica de construir enemigos a la
medida coyuntural más inmediata, sobre todo si se trata de un tiempo de
alta agitación política. En Red Sparrow, la mujer que la operación
internacional estadounidense termina rescatando, representaría a una Rusia
maltratada, ultrajada y abusada por sus propios hombres, una Rusia que parece
pedir ser salvada de sí misma. Además, el hecho de que la protagonista sea una
de las actrices estadounidenses más admiradas del momento, inocularía un deseo paternalista
de ayudarla, de que sea rescatada. Así, la invocación propagandística de esta
película, según el referido procedimiento de feminización de la nación, es aún
más avezada que la ocurrida en algunas de las películas ambientadas en
territorio propio, pues en este filme se ejerce la prerrogativa de feminizar a
la nación enemiga utilizando a estrellas de cine propias.
Entonces, resulta que apropiarse de los recursos de un país ya no se logra mediante una invasión y sometimiento en calidad de colonia, pues es más simple establecer una embajada allí desde donde emplazar 'gestores' que se dediquen a financiar partidos políticos manteniendo dividida la población, ya que desde la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963, que vendrá a representar sus intereses mediante una población blanca que eche raíces (expropiando algunas para su explote) y pivotee de espaldas al arco del desarrollo que ahora se encuentra disponible por Disney 'plas'.